martes, 6 de octubre de 2009

Mamíferos vs. dinosaurios: nuevas perspectivas

Volaticotherium antiquus

Hasta hace poco se pensaba que en el Mesozoico habían coexistido un modo “dinosauriano” de estar en el mundo y un modo “mamiferiano”. Los dinosaurios eran animales dominantes en casi todos los hábitats y los mamíferos ocupaban situaciones marginales. Los dinosaurios eran grandes, fuertes y poderosos, o bien medianos y ágiles. Eran en su inmensa mayoría animales diurnos y visuales, la mayoría no cuidaban demasiado de sus crías y tenían unos índices de cefalización (cociente entre el volumen del encéfalo y el de su cuerpo) pequeños. Los mamíferos eran animales pequeños, casi todos con aspecto de rata o de musaraña, silenciosos y furtivos, que ocupaban ámbitos que los dinosaurios no apreciaban especialmente: los árboles, las galerías subterráneas y la noche. Por consiguiente, su mundo perceptivo era sobre todo olfatorio y visual. Estos sentidos ofrecen pistas más que evidencias, por lo que hubieron de desarrollar su cerebro para interpretarlas.

Éste es el esquema tradicional de la historia de los mamíferos entre los dinosaurios y es correcto en líneas generales ­–los dinosaurios fueron los superdepredadores y los megaherbívoros durante la mayor parte del Mesozoico, hace entre 200 y 65 millones de años–, pero los últimos hallazgos fósiles y moleculares han añadido muchas matizaciones. No todos los mamíferos fueron tan pequeños como se había pensado, tuvieron mucha más variedad de formas, ocuparon más nichos ecológicos de lo que se había supuesto, se diversificaron espectacularmente varias decenas de millones de años antes de la extinción de los dinosaurios y curiosamente, no tuvieron su máxima radiación adaptativa justo después de ésta.

Repenomamus robustus es el estandarte de esta nueva visión. El esqueleto de este mamífero de hace 130 millones de años fue encontrado en China con el esqueleto de una cría de dinosaurio del género Psittacosaurus en su interior. Es el primer caso que se conoce de un mamífero que depredaba dinosaurios. Era un animal rechoncho, de patas cortas y robustas, plantígrado como un oso. Su dentadura estaba claramente adaptada al carnivorismo. Su primo Repenomamus giganticus era aún mayor: debió pesar unos 14 kilos, más o menos como un tejón, y presumiblemente comía dinosaurios aún mayores. Es el mayor de los mamíferos mesozoicos que conocemos, pues el anterior récord lo ostentaba un animal del tamaño de un gato.

Otra gran sorpresa para los paleontólogos fue el hallazgo de las impresiones de amplias membranas de piel entre las cuatro extremidades de Volaticotherium antiquus, un pequeño mamífero que vivió hace 125 millones de años en la actual Mongolia. Estas membranas le permitían planear de un árbol a otro. Su larga y peluda cola hacía las veces de timón. Sus extremidades eran más largas que las de otros mamíferos arborícolas, algo habitual en los planeadores. Aunque no se cree que pudieran atrapar insectos en el aire, por la forma de sus dientes se sabe que se alimentaban de ellos. V. antiquus no es el antepasado directo de otros mamíferos planeadores, como falangeros, dermópteros y ardillas voladoras. Presenta características tan peculiares que ha inaugurado un nuevo orden de mamíferos, muy diferente a otros del Mesozoico, lo que nos descubre que ya entonces había una gran diversidad de ellos.

Hay evidencias de que el medio acuático fue pronto colonizado con eficacia por la dinastía de los mamíferos. Castorocauda lutrasimilis era una criatura estrechamente emparentada con los mamíferos que vivió hace 164 millones de años. Adquirió hábitos nadadores, comía peces y estaba ya muy bien adaptada al agua, pues tenía una cola aplanada como un castor y el aspecto de una nutria. Además poseía un denso pelaje que le permitía conservar el calor en el agua (de hecho, es el animal más antiguo en que se han encontrado evidencias de pelo).

Un nuevo nicho ecológico que fue rápidamente ocupado por los mamíferos fue el de devorador de insectos sociales: las termitas habían hecho su aparición hacía poco. Fruitafossor windscheffeli era un mamífero que ya hace 150 millones de años estaba especializado en comerlas. Su tamaño era similar al de una ardilla pequeña, pero se parecía más bien a un armadillo, aunque no es su antepasado. Los dientes de Fruitafossor se parecen mucho a los de mamíferos actuales especializados en comer insectos sociales, como armadillos y cerdos hormigueros. Son largos y afilados como clavijas y no tienen esmalte. El animal ha sido apodado Popeye, por sus anchas patas delanteras, que indican que fue un buen excavador.

Vincelestes, de la Patagonia de hace 125 millones de años, proporciona una de las evidencias más antiguas de una estructura social compleja en los mamíferos, puesto que en no más de dos metros cuadrados se hallaron los restos de nueve ejemplares, tanto machos como hembras, de distintas edades. El hecho de que los machos sean distintos de las hembras sugiere que competían por ellas y no participaban activamente en la crianza de las camadas. También de hace 125 millones de años es el Yanoconodon allini, de China, que muestra un oído ya muy avanzado (una de las características que permitieron a los mamíferos colonizar la noche). Presentaba un cuerpo muy extraño, con un torso alargado y extremidades cortas y rechonchas. Debió de ser escurridizo, activo y ágil, como las actuales comadrejas, y se movería rápidamente entre los dinosaurios.

Recientemente se ha presentado en la revista Nature el hallazgo de dos especies fósiles de mamíferos dotados de pequeños canales en los colmillos. Su estructura permite afirmar con seguridad a los autores del estudio que se trataba de sistemas de canalización del veneno al estilo de las serpientes. Ambas especies vivieron hace 60 millones de años en lo que hoy es Canadá. No están especialmente emparentadas con los mamíferos venenosos actuales, pero tampoco entre sí. Este hecho, junto con la observación de que los mamíferos que presentan veneno hoy día pertenecen a grupos antiguos (el ornitorrinco a los monotremas; los solenodontes y algunas musarañas al orden Insectivora), nos permite suponer que en la era de los dinosaurios muchos mamíferos usarían el veneno como medio de defensa y para paralizar a sus presas.

Los mamíferos proceden de una rama muy antigua de reptiles, cuyos diferentes grupos dominaron en muchos ecosistemas en el periodo Pérmico y principios del Triásico. Un grupo en especial, el de los terápsidos, fue adquiriendo cada vez más características mamiferoides y compitió durante decenas de millones de años con los pujantes dinosaurios, que habían surgido hace unos 230 millones de años. Estos recibieron un empujón definitivo a raíz de un evento de extinción a fines del Triásico. Los terápsidos casi se extinguen, pero algunas formas pervivieron en zonas boscosas y en sus guaridas subterráneas. Los pequeños primeros mamíferos del Jurásico y sus grupos afines ya tenían pelo, sangre caliente y un cerebro relativamente bastante desarrollado. Un grupo que divergió en esta era es el de los monotremas, cuyos representantes actuales, ornitorrincos y equidnas, retienen características reptilianas, como poner huevos. Otra subclase primitiva es la de los aloterios, que incluye a Repenomamus y Volaticotherium, así como a los multituberculados, muy abundantes, que asumían el papel de los roedores (se extinguieron cuando aparecieron los primeros roedores modernos). La subclase Theria incluye a los marsupiales y a nuestro linaje, el de los placentarios. Eomaia (“madre del alba”) ya intercabiaba sustancias con sus crías en el útero a través de una placenta, lo que permitía que nacieran ya bastante desarrolladas. Vivió hace entre 125 y 128 millones de años, tenía aspecto de ratón, comía insectos y trepaba por las ramas bajas de los árboles.

La extinción de los dinosaurios no fue la causa inmediata de la diversificación y supremacía de los mamíferos, aunque ayudó a ello. Un gran estudio internacional revela que los mamíferos tuvieron dos grandes picos de diversificación, ninguno de los cuales se corresponde con el momento de la extinción de los dinosaurios, hace 65 millones de años. El primero ocurrió hace unos 85 millones de años, coincidió con una radiación de las plantas con flores y produjo la práctica totalidad de los órdenes de mamíferos actuales. Ya estaban ahí los gérmenes de los futuros primates, caballos, búfalos o roedores. Tras la extinción de los dinosaurios, algunos grupos de mamíferos prosperaron, como el del carnívoro con pezuñas Andrewsarchus y el de los armadillos, pero se extinguieron pronto o tienen hoy poca importancia. El definitivo pico de radiación, que llevó a los mamíferos a ser dominantes en la mayoría de ecosistemas, tuvo lugar hace entre 10 y 15 millones de años después de la caída del meteorito, debido a un aumento rápido de la temperatura del planeta, que produjo una diversificación de la flora y, consecuentemente, la de los mamíferos.

El estudio se ha realizado secuenciando 66 genes que están presentes en 4.500 mamíferos actuales. Como las mutaciones en los genes tienen un ritmo bastante regular, su estudio permite determinar cuándo se produce una ramificación en la evolución y cómo es la forma del árbol genealógico de un determinado grupo. El estudio revela que las principales proliferaciones de ramas no surgieron en el evento K-T, sino unas decenas de millones de años antes y después. Los mamíferos triunfantes proceden de especies que ya existían bajo el imperio de los dinosaurios, aunque en menores cantidades. Los mamíferos habrían vencido por su eficacia en el aprovechamiento de los recursos y su diversidad de formas anatómicas y modos de vida.


Ésta es una parte de la historia. Por el otro lado, cada vez se descubren más dinosaurios extraños, con diferentes formas de vida, muchos de los cuales adoptaron costumbres mamíferas.
Por ejemplo, el dinosaurio del tamaño de un pollo Albertonykus borealis, hallado en Norteamérica, poseía una cabeza pequeña y fina, cuello delicado, patas traseras muy largas y brazos diminutos dominados por un único dedo (los otros dedos son vestigiales o no existen). Los huesos del brazo son de estructura robusta y los músculos que los rodean y los unen con el pecho parecen haber estado muy desarrollados, lo que parece una especialización para excavar, pero no grandes madrigueras donde esconderse sino pequeños agujeros de los que extraer alimento. La mejor hipótesis postula que Albertonykus borealis se dedicaba también a perforar termiteros. Se ha comprobado que en la misma formación donde se halló esta especie hay madera fósil con los típicos agujeros y galerías de las termitas Termopsidae.

Oryctodromeus cubicularis

Recientemente se ha descubierto en Montana (Estados Unidos) un dinosaurio que verdaderamente excavaba guaridas. Los huesos, de 95 millones de años de edad, pertenecen a un adulto y dos jóvenes y fueron encontrados al final de una cámara. “El excavar es un mecanismo por el cual los pequeños dinosaurios habrían podido aprovechar ambientes extremos en las latitudes polares, desiertos y en las áreas de montañas altas“, dijo el doctor David Varricchio, coautor del estudio. El dinosaurio ha recibido el nombre científico de Oryctodromeus cubicularis, que significa “corredor y excavador de guaridas”. El hocico, la cintura del hombro y la pelvis, tienen características propias de un animal que hurga en la tierra. Además, el tamaño estimado del animal a lo ancho casi se ajusta al tamaño del túnel que excavaba (cerca de 30 centímetros de diámetro). La guarida tiene dos vueltas muy marcadas antes de terminar en la cámara, arquitectura que es similar a las madrigueras de excavadores modernos.

La coexistencia en la madriguera de jóvenes y adultos sugiere la existencia de cuidados paternales en los dinosaurios, en sintonía con las estrategias de mamíferos y aves. El embrión de dinosaurio más antiguo aporta también pistas en esta dirección. Al parecer, estos animales no se alimentaban por ellos mismos nada más nacer y necesitarían ser alimentados por sus progenitores. Se han estudiado los embriones contenidos en huevos fosilizados de hace 190 millones de años, demostrando que los miembros anteriores y las proporciones de cuello y cabeza imposibilitarían a los recién nacidos andar por sí solos a dos patas como hacían los adultos, debiéndolo hacer a cuatro. Además, las crías carecían de dientes, que los adultos poseían. Se han encontrado indicios de cuidados paternales en otros varios dinosaurios, incluso por parte de machos polígamos.

Un sendero submarino de doce huellas consecutivas proporciona la evidencia más sólida hasta la fecha de que algunos dinosaurios nadaban. Está ubicado en la cuenca de Cameros, en España. Según Loic Costeur, coautor del estudio, de la Universidad de Nantes, las huellas en forma de “S” denotan un gran terópodo flotante cuyas garras golpearon el sedimento mientras nadaba en unos 3,2 metros de agua. Otros detalles permiten deducir que el dinosaurio estaba nadando contra corriente, esforzándose por mantener un rumbo rectilíneo. El dinosaurio nadaba con movimientos alternos de sus patas traseras, parecidos a los de aves acuáticas actuales.

Un inusual dinosaurio herbívoro sahariano (Nigersaurus taqueti), de 110 millones de años de antigüedad, tenía huesos ligeros (los del cráneo eran casi translúcidos) y una boca que actuaba como una aspiradora, con cientos de diminutos dientes. Este dinosaurio es pequeño para ser un saurópodo, midiendo sólo 9 metros de longitud. Pero ese tamaño parece ir más allá de lo previsible en un animal cuya estructura es endeble. No obstante, la bestia se las arregló para sostener su cuerpo del tamaño de un gran elefante. Escasamente capaz de alzar su cabeza por encima de su espalda, el Nigersaurus funcionó más como una vaca del Mesozoico que como un típico saurópodo de cuello largo. El rasgo más extraño del dinosaurio era un hocico ancho, de borde recto, que permitía a su boca operar cerca de la tierra. El Nigersaurus tenía más de 50 columnas de dientes, más que cualquier otro herbívoro, todos alineados apretadamente a lo largo del borde delantero de su mandíbula, formando unas largas y contundentes tijeras. Los dientes se reemplazaban hasta 9 veces para hacer frente al desgaste. Este dinosaurio comería hierba al estilo de los mamíferos. Como lo hacía también un saurópodo titanosaurio de hace unos 67 millones de años de la India, en cuyas heces fósiles se han encontrado restos de hierba.


Un dinosaurio que ya se conocía de antes, Troodon, era un carnívoro nocturno e inteligente, características que asociamos normalmente a los mamíferos. Casi seguro que poseía sangre caliente. Muchos dinosaurios presentaban plumas como aislante térmico, e incluso plumón o pelo (aunque de características diferentes al de los mamíferos). Los dinosaurios fueron capaces de sobrevivir a temperaturas más frías de lo que se pensaba anteriormente. Se ha descubierto una rica variedad de fósiles de dinosaurios, en el período justo antes de su extinción, en una zona del noreste de Rusia que habría estado a tan sólo 1.000 millas del Polo Norte, dentro de lo que ahora se llama Círculo Polar Ártico. Las temperaturas promedio habrían sido de alrededor de 10 grados centígrados. Los investigadores encontraron restos fósiles de hadrosáuridos (dinosaurios con hocico de pato), dientes fosilizados pertenecientes a familiares de los Triceratops e incluso dientes de Tyrannosaurus rex. Los paleontólogos también encontraron fragmentos de cáscaras de huevo de dinosaurio junto a los restos de un dinosaurio en el Ártico, proporcionando la primera prueba de que los animales fueron capaces de reproducirse en estas latitudes. Otras pruebas (como la presencia de madrigueras) hacen afirmar a los científicos que los dinosaurios pasaban allí incluso el invierno.

Una rama entera de los dinosaurios, las aves, coincide con los mamíferos en muchos caracteres importantes. Cuidan solícitamente de la prole, ocupan los árboles, poseen sangre caliente y entre sus miembros actuales figuran algunos de los animales más inteligentes (córvidos y loros). Fue una lástima que un meteorito extinguiera a los dinosaurios no aves. La batalla por el dominio de la Tierra entre el total de los dinosaurios y los mamíferos habría sido apasionante, y los seres inteligentes que hubieran surgido de cualquiera de los dos linajes habrían disfrutado mucho de su estudio.


Nota: este artículo es casi la fusión de otros dos, que he publicado, independientemente, en Muy Interesante y MundoBiología, el primero dedicado a los mamíferos peculiares y el segundo a los dinosaurios con características similares a las de los mamíferos.

4 comentarios:

  1. apasionante, muchas gracias

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  2. raro pero interesante los felicito

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  3. Podrias postear o mandarme tus demas articulos?
    estoy muy interesado en todo esto, gracias por adelantado PAZ

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  4. Las avejas y abispas tambien son poligamas.

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